Soy un enamorado de los huevos fritos, especialmente si son de gallina campera, frescos y, sobre todo, si están bien hechos y se acompañan con unas buenas patatas bien fritas en aceite de oliva.
Reconozco que, desde que hemos incorporado a nuestro recetario casero los “huevos rotos”, disfruto probando diferentes combinaciones: solos, con patatas o añadiéndoles otros ingredientes. Con trufa rallada por encima, son sublimes; quedan estupendos con foie, setas, etc.
En esta ocasión, los he hecho con unas setas que, personalmente me parecen exquisitas y que en Cataluña se llaman “rossinyols” y en el resto de España “rebozuelos” (su nombre científico es “cantharellus cibarius”, seta con forma de copa, de color amarillo, no demasiado grande (de 4 a 10 cms.) y de sabor muy agradable.
Y, “nobleza obliga”, debo reconocer que en esta ocasión ha sido Tere, mi mujer, la que ha hecho los huevos fritos ya que le salen de maravilla.